jueves, 6 de diciembre de 2012

La solución al conflicto entre israelíes y palestinos

El 24 de abril de 2002, el cantante Michael Jackson ofreció su última actuación pública, como parte de un concierto organizado por el Comité Nacional del Partido Demócrata en Estados Unidos para promover la participación ciudadana en las elecciones bajo el lema "Cada Voto Cuenta".



Durante la actuación, mientras el artista interpretaba Heal The World -su famoso himno pacifista-, aparecieron en el escenario dos hombres representando a un palestino y un judío, que comprendiendo por fin el sinsentido de sus diferencias, se acercaban el uno al otro, se miraban a los ojos y, tras darse la mano en señal de paz, se fundían en un abrazo fraterno.



Cabe preguntarse por qué esta importante actuación no fue retransmitida por televisión en su momento -algo ciertamente extraño tratándose de una campaña masiva para promover el voto entre la población, y de un artista de máximo renombre como Jackson-, y por qué tantos años después, incluso tras el fallecimiento del cantante, continúa sin haber visto la luz pese a su alto valor documental. Algunos lectores que sepan leer entre líneas quizás estén sospechando ya alguna respuesta.

Pero, teorías conspiracionistas aparte, aquí tenemos un ejemplo más de la valentía y el humanismo sin condiciones de este hombre, capaz de meter el dedo en la llaga de un asunto tan polémico e incómodo en su propio país como es el conflico árabe-israelí, y atrayendo la atención de todos hacia su aspecto más básico y, por lo tanto, más crucial. Somos humanos, somos hermanos, y ninguna diferencia entre nosotros, ninguna compleja razón geopolítica, étnica, histórica, religiosa o de poder puede justificar tanto odio y sufrimiento como la que aquella región del planeta lleva padeciendo desde hace décadas. La representación de ese abrazo entre enemigos puede parecer cándida o infantil para muchos, pero es algo que, de tan simple, guarda en sí una solución en la que nadie parece haber pensado seriamente en todo este tiempo.



Basta. ¡Ya basta! O somos capaces de hacernos inocentes y volver a lo esencial, o dentro de poco tiempo solo quedarán millones de cadáveres hervidos por la radiación de una bomba nuclear, junto con las cenizas de las palabras "vencedores", "empatados" y "vencidos".

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