Anuncio real de un establecimiento de compraventas
de segunda mano, encontrado en la red de Metro de Madrid
Sin llegar a estos extremos (o a veces incluso rebasándolos...), el mundo de la publicidad carece de límites éticos casi por definición. No importa de qué producto o anuncio se trate, son solo diferentes grados dentro de una misma escala: la de la miseria moral y mental más absolutas.
1 comentario:
=)
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